Hace una semanas Sister Jayanti habló inspiradamente sobre nutrir el alma.

Se nos da hoy la alegoría de la llama interior, que crepita y está viva o que puede permanecer apagada.

Nuestro espíritu necesita nutrición para estar vivo. La falta de alimento hace que la llama interior se apague.


Sister Jayanti hablaba de cuatro pasos en el proceso de nutrir el alma: meditación, lectura de textos sagrados (“rumiando” sobre ellos), práctica de los valores, servicio.

El alma nutrida es inquebrantable, incluso en el momento de la muerte, que es entonces un momento de hermoso reencuentro.

Si nuestro espíritu está vivo estamos vivos. Cuando está apagado, los seres humanos podemos convertirnos en muertos en vida.

La chispa nunca se apagará si estamos despiertos.

Y si protegemos esa chispa no hará sino crecer y  crecer…

Basta con un soplo para apagar una llama. Pero si alimentáis esta llama, el mismo soplo que amenazaba apagarla la reforzará hasta tal punto, que nada podrá oponerle ya resistencia. La llama es un símbolo del espíritu. Si no alimentáis a vuestro espíritu, si lo descuidáis porque tenéis otras cosas que hacer, por así decirlo, su llama se volverá tan frágil que cualquiera pequeña dificultad la apagará. Y ¡esto es lo que le sucede a tanta gente! Se arrastran, comen, beben, chapucean, pero su espíritu se apaga. Otros, al contrario, con la oración, la meditación y la contemplación alimentan la llama de su espíritu, que se vuelve tan poderosa que las tormentas de la vida no hacen más que fortalecerla. En efecto, las mismas dificultades, los mismos obstáculos que derrumban a unos refuerzan a los otros.

No debéis confiar en el poder del espíritu diciéndoos que cuando tengáis dificultades él vendrá a ayudaros. El espíritu sólo será poderoso y sólo vendrá ayudaros si lo alimentáis.

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86). “Pensamientos cotidianos”, Editorial Prosveta. Imagen: aproximación a los valles de Zanskar y Markha, Ladack , India (1 julio 2010) (foto de Jonás Cruces  <http://www.todovertical.com/>