Es una actitud muy humana centrarse en las carencias, las limitaciones y los defectos de las personas y de los acontecimientos.

Día tras día y año tras año eso va produciendo una erosión, un desencanto, y los seres nos vamos poco a poco volviendo agrios, ariscos, correosos.

Pero de la realidad también podemos extraer lo positivo y sobre todo un potencial al que podemos transmitir la energía adecuada.

Las energías de la aceptación y de la buena voluntad, por ejemplo, son dinamos permanentes que generan una corriente que construye y nos fortalece.

Las energías opuestas nos debilitan y nos marchitan.

Podemos ver a nuestro alrededor el mundo finito y oscuro o la gloria, que es ese lado mágico al que se refiere el pensamiento.

Realmente, somos creadores a cada instante y podemos elegir uno u otro mundo, podemos activar libremente nuestra relación con el mundo y con los demás.

Cada día puede ser una creación en uno u otro sentido.

El libre albedrío fue un gran regalo que podemos aprovechar.

Cualesquiera que sean los acontecimientos, algunas personas están acostumbradas a sólo ver el lado positivo, mientras que otras, por el contrario, sólo ven el lado negativo. En cierto modo, tanto unas como otras tienen razón, pero su manera de ver actúa de un modo diferente en ellas.

Desde un punto de vista objetivo, podemos decir que un vaso está medio lleno o medio vacío, esto no tiene ninguna importancia; pero desde el punto de vista subjetivo, desde el punto de vista del efecto producido en nuestra conciencia, podemos también decir desde el punto de vista mágico, hay una gran diferencia. Pero, precisamente, es el lado mágico el esencial. Si nos acostumbramos a ver las carencias, los defectos, cada vez nos mostraremos más ariscos, agrios y desanimados, porque esto es lo que sucede cuando nos detenemos en las carencias. Estas carencias existen, es evidente, pero la cuestión no está ahí; la cuestión consiste en trabajar con todo lo que tenemos, y que, si queremos reconocerlo, es inmenso, para avanzar cada vez más por el camino de la evolución.

Omraam Mikhäel Aïvanhov,  Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: escena de «El árbol de la vida», de Terrence Malick