Hoy se nos habla de poner un alto ideal en nuestra vida.

Ese ideal, se nos dice, es un gran transformador de nuestra energía.


Es como un filtro que la purifica y eleva.

El ideal nos invitará siempre a mirar arriba. El antiguo adagio es bien bonito: “los pies en la tierra, la mirada en el cielo”.

O, en otras palabras también antiguas, podemos vivir “en el lugar elevado y secreto” y trabajar desde allí.

El entorno, con frecuencia, es un barrizal: ¿Añade a ese barrizal lo que cada uno de nosotros pensamos, decimos, hacemos?

El alto ideal nos saca del barrizal, del yo y lo mío, del círculo vicioso.

Nos lleva a un lugar donde recuperamos la energía primera y esencial.

Es ya tiempo de buscarlo.

«Los instintos son unos poderes de vida formidables. Si tratamos de reprimirlos, o bien no lo logramos y nos agotamos en esta lucha, o bien lo conseguimos, lo que no es mejor porque secamos dentro de nosotros las fuentes de la vida. Así pues, ¿cómo dominar esos instintos? Alimentando un alto ideal, porque éste es el mejor transformador de las energías. En cuanto ponemos un ideal muy elevado en nuestro corazón, en nuestra alma, nuestras energías se ven obligadas a pasar por él, y él se encarga de darles otra dirección, una dirección hacia arriba.

¿Os preguntaréis mediante qué proceso se produce esta transformación? No es necesario saberlo. Cuando comemos, no tenemos necesidad de conocer el detalle de las transformaciones que se están produciendo, en la boca primero, y luego en el estómago y en los intestinos, pero sentimos que hemos recibido fuerzas. Lo mismo sucede con el alto ideal: si lo sostenemos con nuestros mejores pensamientos, con nuestros mejores sentimientos, con nuestros mejores deseos, transforma nuestras pulsiones instintivas, y las energías producidas por esta transformación sostienen, a su vez, nuestra vida psíquica, nuestra vida espiritual… y nuestra vida física también, porque en nosotros nada está separado.»

Omraam Mikhäel Aïvanhov (1900-86). Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Foto: Playa de las Catedrales, A Coruña, 18 octubre 2014 (Javier León)