El ser humano se prodiga en grandes y pomposas declaraciones de amor, pero se olvida de la buena voluntad.

Cada uno de nosotros puede tender puentes o levantar barreras, y las de la separación y la incomprensión son frecuentes y muy potentes.

Revisten muchas formas. Se inician en el pensamiento, dominado por las creencias y por las semillas plantadas por patrones de conducta mecánicamente repetidos una y otra vez.

Es bueno, antes de actuar, evaluar desde dónde lo hacemos, observarnos para ver si es la buena voluntad la que preside el ánimo.

En el instante de la muerte, testimonian tantos moribundos, hay un gran lamento por las cosas que podríamos haber hecho de otro modo.

Es lamento tardío, no sanable.

¿Es la buena voluntad un patrón de comportamiento permanente y estable en mi vida?

La buena voluntad es la expresión más simple del verdadero amor y lo que se comprende más fácilmente. El empleo de la buena voluntad, respecto a los problemas que la humanidad debe enfrentar, libera a la inteligencia para la acción contemplativa; donde hay buena voluntad se derriban las barreras de la separación y de la incomprensión ”.

Del libro “Sirviendo a la humanidad”, de Alice A. Bailey,  p.78 de la versión en español de Editorial Nous. Imagen: Clase en Kumwenya Eco-School, programa de Kelele Africa, Kimia, Uganda, 14 abril 2015