El trabajo con nuestro pensamiento puede ser diferencial.

Puede ser parte de nuestra disciplina diaria: recogernos en silencio para elevar la calidad del pensamiento y, una vez alcanzado ese plano superior, ponerse a trabajar.

Aquellos que lo hagan se convertirán poco a poco en emisores de ondas benefactoras.

Trabajarán con fuerzas superiores.

No pedirán nada a cambio.

Estarán siempre en calma.

Los demás seguiremos chapoteando en el barro un día si y otro no.

Tenemos que elegir.

Por nuestra parte también nosotros ayudamos a ciertos seres que, en el momento en que reciben nuestra ayuda, no saben de dónde procede este sostén. Cada ser vivo emite unas ondas, y cuando alimentamos en nosotros pensamientos luminosos, sentimientos cálidos, cuando oramos, cuando meditamos, emitimos unas ondas benéficas que alivian a criaturas que están sufriendo dificultades. ¿Cómo no hallar ahí nuestra razón y nuestra alegría de la vida? ¡Qué alentador es sentir que somos ayudados por miles de criaturas evolucionadas y que nosotros también podemos ayudar a otras.

Omraam Mikhäel Aïvanhov (1900-86). “En las fuentes inalterables de la alegría” p 209. www.prosveta.es. Foto: caminantes en Bhutan, mayo 2010{jcomments on}