Los humanos estamos siempre obsesionados por nuestro círculo de influencia en el sentido de que queremos abarcarlo todo.

Surge así una visión por arreglar el mundo, por ordenar el universo.

Naturalmente, es misión imposible para una persona. Y enseguida llega el desánimo al constatar su imposibilidad.


Surge entonces la actitud contraria: “no hay nada que hacer”.

Pero la secuencia no es esa porque sí hay mucho que hacer, hay un trabajo a realizar que lleva toda una vida.

El trabajo en cada uno de nosotros es lo esencial. Lo demás, si tiene que venir, vendrá por añadidura.

Ese trabajo de purificarnos para sacralizar toda relación, viviendo desde el alma.

Es el trabajo más importante y al que menos importancia damos.

Trabajar para que nuestra vida sea más pura, más rica, más luminosa: ese debe ser el esfuerzo y el regalo a los demás y a la vida.

“Arrastrar a toda la creación hacia las alturas”, refiere Aïvanhov. Que el ejemplo sea el de la elevación.

«Esforzaos en tomar conciencia de los vínculos que os unen no sólo con los miembros de vuestra familia sino también con toda la sociedad. Y ¿cuál es la naturaleza de estos vínculos? Cada vez que progresáis, las riquezas y la luz que recibís se reflejan en todas las personas con las que estáis unidos. Gracias a vuestro avance, ellas también avanzan. Quizás no se dan cuenta de ello, pero el Cielo ve que ellas progresan gracias a vosotros. Y lo mismo sucede si comenzáis a entristeceros, a decaer: vuestra familia y la sociedad, que están unidas a vosotros, sufren debido a vosotros, influencias negativas. Es así como se arrastra a los seres hacia el Cielo o hacia el Infierno. Pues sí, cada uno es responsable. Entonces, ¿queréis ser útiles, ayudar a toda la humanidad, incluso a los animales, plantas y piedras? Cada día esforzaos en hacer vuestra vida más pura, más rica y más luminosa, porque de forma sutil e imperceptible arrastráis a toda la creación hacia las alturas. Y el mundo invisible, que ve cómo atraéis las bendiciones sobre todos los seres, acude a recompensaros.»

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86). Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: Inmediaciones de la sierra de Madrid el 18-1-14 (Fermín Tamames)