El pensamiento de hoy abre la puerta a otra vida, a otras regiones.

Se nos da un sencillo ejemplo: ¿Tiene importancia tratar mal a los objetos?

En ese trato aparentemente intrascendente hay una emisión de corrientes negativas o positivas. Cuanto más cuando tratamos con la naturaleza y con todos los seres vivientes: con todos los seres que sienten, en la hermosa expresión del budismo.

Nuestra responsabilidad es enorme, en cada pensamiento y en cada acto, y nada permanece sin consecuencias.

Si: al pegar un portazo, al trasladar nuestra ira a un objeto, aunque estamos solos, algo se mueve en el mundo sutil y nosotros en vez de ser emisores de armonía emitimos conflicto. Lo mismo ocurre con cada pensamiento de odio, celos, violencia.

Tenemos los seres humanos todas las claves para transitar la vida con mayúsculas, y también para la vida en minúsculas.

Todas las claves están a la luz, para que elijamos vivir o malvivir.

Esa es la opción, en realidad: producir corrientes armoniosas o desarmoniosas, vibrar con lo alto o seguir emitiendo en baja y triste frecuencia.

El hecho de que los objetos sean inanimados no implica que os podáis permitir tratarlos de cualquier modo. Diréis: «¿Acaso es tan importante esto? Estos objetos no sienten nada. Cualquiera que sea la manera que los tratemos, no pueden ni sufrir ni sentir alegría.» Es verdad, no sienten nada, pero según sea vuestro comportamiento sois vosotros quienes sufriréis o sentiréis alegría, porque todo lo que hacéis produce corrientes positivas o negativas, armoniosas o desarmoniosas. Estas corrientes primero tienen un efecto en vosotros, pero también, más allá de vosotros, en todos los seres cercanos o alejados de los mundos visibles e invisibles. Sois responsables de todo lo que hacéis, de vuestros pensamientos, vuestros sentimientos, vuestros actos, nada permanece sin consecuencias, y vosotros sois o bien la víctima, o bien el beneficiario.

Omraam Mikhäel Aïvanhov,  Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: Fiesta de fin de curso de Anand Bhavan (la Casa de la Alegría), Howrah, Calcuta, 24 abril 2010