Con frecuencia la vida nos arrastra sin que tengamos tiempo de encontrarle un sentido.
Hoy se nos pide que pongamos distancia y perspectiva para buscar el sentido de nuestra vida.
Hay preguntas que podemos hacernos: ¿Qué es lo que nos anima, nos mueve? ¿Cuán puras son nuestras motivaciones? ¿Cuál es nuestro objetivo principal?
Nos habla Aïvanhov de que el sentido de la vida es la comprensión, el respeto y el amor de todos los seres.
¿Estamos preparados para aceptar esa definición, para ir a su encuentro? ¿Qué debemos cambiar en nuestras vidas para desarrollar ese respeto, ese amor? ¿Son ideales vanos en medio de la algarabía, o realmente están a nuestro alcance?
El Cielo, que es también nuestro Ser, nos habla, nos da pautas, indicaciones. Quizás nos diga cosas que no nos guste escuchar. Pro nos dice verdades.
La vida es una gran ocasión para evolucionar o para permanecer en la ilusión, el maya.
La evolución llama a lo mejor nuestro, y como en la hermosa pintura de Roerich que hoy traemos, hay signos por todas partes.
¿Sabremos seguirlos?
El Cielo os ha llevado a conocer esta Enseñanza, intentad al menos extraer algunas cosas positivas para vuestra evolución; sino, será un tiempo perdido, y pasaréis vuestra vida dando pasos a ciegas y quejándoos de que jamás encontráis el sentido de lo que hacéis.
Todos los seres humanos buscan un sentido a su existencia, pero se diría que hacen todo lo posible para no encontrarlo. Y ¿cómo podrían encontrarlo, cuando dan preferencia a la satisfacción de sus instintos más groseros? Que estudien un poco y se darán cuenta de que lo que les anima, es la búsqueda de placeres y la necesidad de dominar, de poseer. Cuando realmente uno quiere encontrar un sentido a la vida, debe alejarse, tomar alguna distancia, de lo contrario permanecerá pegado al suelo sin poder despegarse; y entonces ¿cómo se podrá hablar de sentido? Porque Dios ha situado el sentido de la vida en la comprensión, el respeto y el amor de todos los seres y de todas las cosas que ha creado.»
Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86), Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: Pintura de Nicholas Roerich: “Signs of Maitreya”, 1926