Hablábamos ayer de la conquista interior, esa gran batalla.

Esa conquista, se nos sugiere hoy, nos da el dominio sobre nosotros y la llave para recibir la luz, entrando en armonía con todas las fuerzas benéficas y vivificantes del universo…


Todo pasa muy rápido y la estancia en la tierra nos sirve para insistir en los atributos del ego —apego, deseos, posesión— o para intentar tomar el camino de regreso, que es el de la liberación.

Es el camino del alma.

En ese camino físico y psíquico el ser humano se desarrolla en plenitud.

Los místicos dijeron “nada te turbe”.

Jesús dijo “yo vencí al mundo”.

Volvemos una vez más a la imagen de la que procedemos, a nuestra divinidad latente.

Ante nosotros una gran oportunidad cada día, de vasto horizonte.

«Si sabéis cómo aplicarla, la Enseñanza de la Fraternidad Blanca Universal os hará descubrir unas verdades de un valor inestimable. ¿Por qué? Porque, cualesquiera que sean los cambios que se produzcan en el mundo, estas verdades son válidas para toda la eternidad: cómo adquirir el dominio de sí, cómo recibir la luz, cómo entrar en armonía con todas las fuerzas benéficas y vivificantes del universo… todo eso permanecerá para siempre.

Haya guerra o paz, seáis pobres o ricos, tengáis familia y amigos o estéis solos y abandonados por todos, vuestras necesidades profundas seguirán siendo las mismas: siempre tendréis un cuerpo físico, un corazón, un intelecto, un alma y un espíritu que deberéis alimentar para acercaros, cada vez más, a vuestro Padre celestial que os ha creado a su imagen. Así pues, tratad de no descuidar ninguna de estas verdades que habéis recibido.»

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86). Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Foto: Volando en globo en Capadocia, 12 noviembre 2013 (foto de Verónica Aragüés)