«Sean cuales sean las dificultades que tenga que superar, podemos decir que el que no se deja nunca abatir, llegará muy lejos. Preguntáis: «No dejarse nunca abatir, ¿cómo es eso posible?» Con buena voluntad. Sí, con buena voluntad, porque sólo con la voluntad, no basta. Ante las dificultades, no basta con apretar los dientes o los puños diciendo: «Aguantaré», porque así no es seguro que se logre ser más fuerte que los acontecimientos, y podéis agotaros.
Lo que llamo buena voluntad es una voluntad sostenida por un intelecto que trata de comprender los acontecimientos y de extraer una lección de los mismos, y por un corazón siempre abierto a los demás. Esta buena voluntad es también una forma de paciencia. Nada la desanima. Por eso la paciencia es una cualidad que debe acompañar a todas las demás: hay que ser sabio y paciente, hay que ser generoso y paciente, hay que ser fuerte y paciente, porque si no, todas estas cualidades que son la sabiduría, la generosidad, la fuerza, etc., pierden rápidamente su poder.»
Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86), Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: Mount Shasta, Califormnia, 18 octubre 2015 (Chiharu Sai)