Está la visión del corto plazo, esta vida, estos pocos años en los que estamos en la tierra, yendo y viniendo.

Está la visión del largo plazo, la evolutiva, la del largo camino de regreso al Padre, la de la vuelta a casa.

En el primer caso es fácil caer en el desánimo, cada día que pasa nos acerca más al fin.

En el segundo la visión es más panorámica, cada día que pasa nos acerca más a casa, al origen, a la fuente.

Caminamos y caminamos sin parar, y nuestra siembra puede ser muy rica y generosa.

A veces, en esos momentos de lucidez, vemos que la muerte no es muerte.

Nos encontramos una y otra vez. Podemos amarnos o podemos odiarnos.

Los que aman andan más livianos, siguiendo la estela de ese estandarte muy puro que se ve allá lejos, en el horizonte.

Si queréis verdaderamente evolucionar, debéis poner en primer lugar al espíritu, la luz. Pero para eso, debéis sentir, por lo menos, la necesidad de hacerlo, y desgraciadamente no se puede fabricar esta necesidad, venimos o no venimos con ella; ello depende de la existencia que hayamos llevado en las otras encarnaciones. Si un hombre viene a la tierra sintiendo la espiritualidad, entonces, muy poca cosa, un libro tan sólo, unas palabras, le darán un impulso imparable. Mientras que otro, aunque el mundo entero se ponga a su disposición para explicarle y aconsejarle, de nada servirá porque tiene unas tendencias que le arrastran hacia otra dirección.

Así pues, para poder venir, en la próxima encarnación, con esta necesidad de vivir la vida del espíritu, debéis empezar desde hoy a hacer esfuerzos en este sentido. Aunque no encontréis en este trabajo demasiada satisfacción, debéis comprender, al menos, la necesidad de preparar el terreno para la próxima encarnación; y cuando volváis, vuestro trabajo se verá facilitado porque ya habréis sembrado algunas semillas.

Omraam Mikhäel Aïvanhov (!900-86). Pensamientos cotidianos. www.prosveta.es. Foto: rio Hoogly cerca de su desembocadura en Calcuta, India, 22 marzo 2010