En la última película de Terrence Malick, en un diálogo con el divino, el sacerdote implora: “brilla a través nuestro”.
La imploración es en verdad una invitación a que seamos vehículo, a que nos pongamos a disposición.
Podemos relacionarla con la idea, mencionada aquí muchas veces, de “mi Padre trabaja y yo trabajo con Él”.
También con la idea de que el reino de Dios en la tierra debe ser creación nuestra, de los seres humanos evolucionados que finalmente han ido más allá de la teoría para vivir la fraternidad en la práctica.
El estado del mundo, nos decimos y nos dicen machaconamente, no invita a la esperanza.
Y sin embargo, los que lo decidan ya pueden actuar según esa máxima de “brilla a través nuestro”, para convertirse en embajadores de la luz.
Es fácil decir: no hay nada que hacer. Pero hay mucho, mucho que hacer.
Fuerzas poderosas vendrán en ayuda del limpio de corazón.
Imagen: flores de primavera en Asturias (Sai Ruiz)
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