Las reglas del mundo sutil son distintas a las del mundo humano.

Las normas humanas llaman a poseer, a controlar. Las divinas a soltar, a compartir.

“Aquél que conoce el secreto del amor y del sacrificio lo da todo y lo recibe todo», leemos hoy.


Es el viejo aforismo de “dando, recibimos”.

El que practica esas reglas se conecta a una fuente de energía muy poderosa.

Inicia el largo camino hacia la libertad.

Comienza a vivir.

El Cielo no se resiste ante los que comprenden el valor del amor desinteresado. Día y noche les recompensa. E incluso si sucede que ha sido perjudicado, el Cielo hace de manera que sienta este daño como una recompensa. Quizás esto os sorprenda, y digáis que no podéis concebir semejante idea… Pero ¿por qué? Porque todavía no habéis hecho la experiencia.

Hoy, aunque os parezca incomprensible, haced el esfuerzo de meditar sobre esta verdad. Dios ha construido el universo de tal modo que aquello que se nos priva en un plano nos es dado en otro, y mil veces mejor aún si sabemos cómo buscarlo. Aquél que conoce el secreto del amor y del sacrificio lo da todo y lo recibe todo.

Omraam Mikhäel Aïvanhov (1900-86). Pensamientos cotidianos. www.prosveta.es. Imagen: Nubes en el Delta del Ebro, abril 2014 (Carlos Ocho)