«Se espera de los discípulos de una Escuela iniciática que sean capaces de resolver armoniosamente los problemas que tienen con sus allegados, si no se crearán nuevos karmas. ¿Por qué los miembros de una misma familia deben pleitear ante los tribunales por temas de dinero? ¿Acaso no pueden estar un poco por encima de eso? ¿Por qué deben aferrarse tanto a sus intereses y a sus posesiones? ¡Que hagan un gesto, Dios mío, y estarán libres! Primero, ciertamente, no estarán muy dispuestos a hacer este gesto, sufrirán, sentirán que algo les corroe. Pero si lo consiguen, descubrirán nuevas regiones, una luz nueva, y no habrá nadie más orgulloso ni más feliz que ellos, porque habrán realizado algo muy difícil: vencer la naturaleza inferior, ávida y posesiva.

Es la naturaleza inferior en el hombre quien le aconseja sin cesar que defienda sus intereses con uñas y dientes hasta llegar al punto de recurrir a la justicia de los tribunales. ¡Y después cree ser capaz de seguir una enseñanza espiritual! Pues bien, no, no lo es.»

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86), Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: paisaje de Tahiti, noviembre 2015 (Véronique Corsat)