“Las maravillas infinitas del universo se nos revelan en la exacta medida en que somos capaces de percibirlas: la agudeza de nuestra visión no depende de cuánto seamos capaces de ver, sino de cuánto sentimos. Tampoco el simple conocimiento crea la belleza. La naturaleza interpreta sus canciones más exquisitas a aquellos que la aman. No desvela sus secretos  a aquellos que solo vienen para satisfacer sus deseos de análisis, para recoger hechos, sino a los que ven en sus múltiples fenómenos sugerencias de sentimientos más delicados y elevados”.

Hellen Keller (1880-1968), “La puerta abierta”  (1957), p65, Plataforma Editorial. Imagen: la Barranca, Madrid, 4 octubre 2015