Dice Aïvanhov que cada día el Cielo nos habla, nos envía mensajes, nos da respuestas.
Son mensajes que no nos llegan o que nos llegan deformados por las distorsiones de la materia.
Con la mente y el cuerpo embotados no es posible captar esos mensajes sutiles.
Urge liberar a la mente y al cuerpo de esas cargas pesadas, de esa densidad, del ofuscamiento a los que les sometemos con nuestro modo de vida.
Es preciso subir al mundo sutil a encontrarse con esas palabras y mensajes, y para ello vivir más livianos.
Si no somos cuidadosos las actividades del día nos densificarán más y más. Y cada año sumamos un kilo más, física y mentalmente…
Parece que la música de las esferas está siempre sonando pero para escucharla es preciso apagar las radios externas (dañinas) y las internas (también dañinas).
El mundo nos propone subir por la montaña para acercarnos al cielo, y también bajar a los infiernos.
Cuando subimos por la montaña el aire es más puro.
Nunca os quejéis de haber sido abandonados por el Cielo, ya que cada día el Cielo os habla, os envía mensajes, os da respuestas. Entonces, ¿por qué no los recibís? Porque llegan de un espacio en el cual la materia es extremadamente sutil, y para alcanzaros, deben atravesar todas las capas opacas que habéis acumulado a vuestro alrededor; sufren por lo tanto deformaciones. Como un bastón que sumergís en un recipiente de agua cuyas paredes son transparentes: observad, en el lugar preciso en donde penetra en el agua, parece roto. Lo que se explica por el hecho de que el aire y el agua, que tienen diferente densidad, no tienen el mismo índice de refracción.
Lo mismo sucede en el plano psíquico: cuanto más han de descender las corrientes del mundo espiritual en una materia densa, sufren más deformaciones. Para recibirlas en su verdad, es necesario poder elevarse por el pensamiento hasta el mundo sutil donde tienen su origen. Un cerebro espeso no puede recibir los mensajes del Cielo, o más exactamente, los recibe deformados: es él quien los deforma. Esforzaros pues en purificaros, para despojaros, para ennobleceros: solamente entonces recibiréis del Cielo respuestas claras, nítidas, verídicas.
Omraam Mikhäel Aïvanhov (1900-86), “Pensamientos cotidianos”, Editorial Prosveta. Imagen: transporte escolar, Howrah, India, 3 febrero 2012. Foto de Delia Hernández