Se nos pide que nos elevemos por encima de las manos que tiran hacia abajo.

Esas manos somos tantas veces nosotros, ofuscados por nuestra personalidad.

En vez de intentar volar, nos aferramos a la tierra.

Si: frecuentamos los lugares en los que se manifiesta la ira y la desunión. La puerta del corral está abierta, pero permanecemos dentro del corral, alborotados.

Cuando abandonamos ese espacio limitado y pobre, el mundo se transforma: descubrimos otro mundo.

Porque ahí está ese otro mundo, en el que viven ya millones de personas.

Es el mundo en el que se mueve la energía de la buena voluntad, en el que el ser ha recuperado el contacto con la divinidad interna y externa.

El entorno es ruidoso: por eso hay que saber elegir cómo alimentamos nuestro pensamiento.

El Instructor es muy claro: “aprended a elevaros”, nos dice.

Evitad los lugares donde se manifiesta la ira y la desunión.
Ensombrecida está la imaginación de la gente.
Aprended a elevaros por encima de las manos que tiran hacia abajo.
Sentado en una barca, uno no piensa en la llave de su casa.

Las hojas del Jardín de Morya, volumen I, sutra 415, Agni Yoga Society, Nueva York, 1924. Imagen: Fiesta de fin de curso de Anand Bhavan (la Casa de la Alegría), Howrah, Calcuta, 24 abril 2010