Se nos dice que nuestro espíritu puede manifestarse aquí en la tierra, a través de nuestra materia.
Nuestro cuerpo es así el templo de Dios, el vehículo a través del cual podemos expresar nuestra realidad.
Conviene no atascarse en lo más denso y orientarse a lo liviano.
Cuanto más libres de pesos innecesarios, más sentiremos un gozo y una alegría que ya no necesitan de palabras.
Y entonces nuestros oídos discernirán el suave rumor de Su paso.
Cuando a través de los harapos de vuestros cuerpos transitorios brilla el esplendor de vuestro espíritu,
¿No os sentís llenos de fuerza y de alegría?
¿Y no están todos vuestros seres unidos en el gozo de esa labor de vuestro espíritu?
Y entonces, estoy cerca de vosotros.
Y entonces, vuestros oídos disciernen el suave rumor de Mi paso.
Las hojas del jardín de Morya, sutra 332, 1924 Agni Yoga Society, Nueva York. Foto: niña en el Ganges, a finales de abril de 2010