Hoy se nos da un bonito símil de a dónde podemos ir con nuestro pensamiento, al cielo o al infierno.
A nuestro alcance están los pisos superiores de nuestra consciencia pero también podemos bajar a los subterráneos donde se nos priva de luz, de color y de espacio.
En un lugar nuestra vida se dilata, se expande, se une a una corriente universal, abarca el infinito. Hay una gran vista.
En el otro se sofoca, se contrae, se marchita. No corre el aire.
Es muy fácil despistarse y tomar la escalera equivocada, la que baja al sótano. Allí la algarabía es incesante y el ruido externo multiplica el interno. Hay mucho humo.
Si pudiésemos salir de nuestro cuerpo un rato para ver dónde estamos ubicados, veremos que pasamos gran parte del tiempo en el sótano.
La vida no nos obliga a ello, somos nosotros los que elegimos.
Podríamos estar navegando por el mar con la brisa acariciándonos, pero estamos en el sótano, con la ventana cerrada, jugando a las cartas y con el aire enrarecido por el tabaco.
¿Nos dejará el humo encontrar la escalera adecuada?
Colocáis el pie sobre el primer escalón de una escalera mecánica: en el mismo instante se pone en marcha y os lleva hasta el piso superior o inferior. ¿Qué ha sucedido? Al poner el pie, simplemente habéis cortado un haz luminoso y la interrupción de este haz luminoso ha activado unos aparatos que han puesto en marcha esta enorme escalera que pesa toneladas.
Un proceso análogo se produce en la vida interior del hombre. Cada uno de sus pensamientos, cada uno de sus sentimientos corta un rayo en alguna parte y unos aparatos se ponen en marcha. A menudo, en vez de llevarlo a los pisos superiores de su conciencia, las escaleras lo conducen hacia los subterráneos donde es privado de aire, de luz, de calor y de espacio. Pensáis que podéis tener cualquier tipo de pensamientos o sentimientos, pero sabed que cada uno de ellos produce una puesta en marcha cuyos efectos os proyectarán hacia arriba o hacia abajo. Así pues, cuidado, ¡estad vigilantes!
Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86). Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: fiesta de fin de curso de Anand Bhavan, del programa Colores de Calcuta, abril 2010