La cita de hoy no deja mucho espacio para la complacencia pero es un llamada necesaria.
Habla de codicia, engaño, competencia.
Son tres motores potentes que nos llevan río abajo, hacia la cascada, hacia el precipicio.
El único modo de cambiar la orientación del barco es sustituyendo esos valores por solidaridad, verdad, colaboración.
Los movimientos son lentos: hoy recogemos los excesos plantados hace 50 años.
Pero hoy podemos plantar otras semillas, y todo lo que se siembra se recoge.
Que nuestra semilla sea siempre la de la verdad.
Sabemos bien que nuestra civilización está caracterizada por estar centrada en si misma, falsamente justificando la codicia y el engaño, glorificando la competencia y midiendo el éxito individual en términos de “obtener más dinero, para comprar más cosas, para divertirnos más”. Los valores para los que vivimos no son espirituales y, al final, son destructivos de nosotros mismos. Todo lo que perpetúa nuestros actuales estándares de codicia y competencia es un problema básico para toda la humanidad y de profunda preocupación para el Cristo.
Running God’s Plan, Foster Bailey, p. 16, Lucis Trust Publishing, Nueva York, 1972. Foto: montañas de Bhutan, mayo 2010