«Alguien deja caer trozos de cristal en el camino, y como es descuidado, no los recoge. Otros los recogerán, piensa, ¡qué más da que se hieran! Y sigue su camino… Pero lo que no sabe es que el destino humano no es una línea recta: su trayectoria es circular; así pues, de un modo u otro, en esta encarnación o en la próxima, deberá volver a pasar por el mismo lugar, es decir deberá sufrir las consecuencias de su acto.

Este ejemplo del cristal roto es una imagen para explicaros que aquél que siembra peligros un día será su propia víctima. ¿Cava agujeros, tiende trampas a lo largo del camino? La ley un día le conducirá a volver a pasar exactamente por los mismos lugares y a caer en estos agujeros o en estas trampas. Entonces tendrá tiempo para meditar sobre sus desventuras, quejarse de que existe gente malvada y estúpida, y ¡tratará de averiguar quienes son! Evidentemente, no se le ocurrirá pensar que es él mismo. Aquél que vive diciendo sin cesar: «¡Después de mí el Diluvio!» crea todas las dificultades para que su existencia un día u otro se vea obstaculizada».

Omraam Mikhäel Aïvanhov (1900-86). Pensamientos cotidianos (Editorial Prsoveta) Foto: niñita en el dispensario de Pilkhana, Howrah, Calcuta, programa Colores de Calcuta, 22 abril 2010 (cortesía de Jorge Tamames)