El pensamiento de hoy habla de la riqueza material y la espiritual.

La humanidad ha realizado un enorme progreso en su lucha contra la pobreza material.

Muchos de los logros, en cuanto que expresión de solidaridad y justicia, tienen un fondo espiritual, entendiendo por espiritual todo lo que nos hace avanzar, superarnos, hacernos mejores.

Pero el sufrimiento humano permanece, incluso en los entornos más favorecidos materialmente. Y se habla de la paz interior como un sueño imposible.

Pero la paz y la armonía existen y son la verdadera riqueza, el maná.

Están ahí, muy cerca, esperando que las tratemos y las frecuentemos, que las incorporemos a cada pensamiento, palabra y acción.

Y es que en cada día podemos construir espacios de paz. La respiración, la alimentación, el habla, el caminar, la propia mirada pueden ser dinamos productoras de paz interior.

Quizás esa es la pregunta clave que debemos hacernos hoy: “¿Vivo en paz?”

La posesión de riqueza material sin paz interior es como morir de sed mientras nos bañamos en un lago. ¡Si la pobreza material debe ser evitada, la pobreza espiritual debe ser aborrecida! La pobreza espiritual, y no la falta material, es la causa profunda del sufrimiento humano.

Paramahansa Yogananda (1893-1952). Imagen: escena de «El árbol de la vida», de Terrence Malick