Ayer en la montaña varias veces perdimos el camino.
Volvimos a encontrarlo por las piedras puestas unas encimas de otras en las rocas.
Otros que nos han precedido han recogido y apilado generosamente esas piedras para ayudar a los caminantes.
Agradecidos, retomamos el camino, con confianza renovada.
Los que ya han hollado el camino nos dan dos fórmulas para la vida: tener el corazón limpio y amar.
Diremos: “es imposible en este mundo de obstáculos, de escasez y competencia”.
Nos dirán: “mientras no sigáis la fórmula permaneceréis en la esclavitud, en la ignorancia y en el sufrimiento”.
Otra fórmula que se nos dio es muy simple: “ayudaos los unos a los otros”.
Y es triste que nuestra breve vida se nos pase en querellas, en disputas, en recriminaciones.
En lo alto, en la montaña, todo está más claro.
Foto: vista del Everest desde Lobuje, Nepal, 16 mayo 2004