Hoy se nos habla de los centros sutiles que nos permiten entrar en relación con otras regiones.
Cada pensamiento, cada sentimiento, cada acto cuenta, se nos dice.
Cuenta en el sentido de quitar velos y abrir puertas, o por el contrario de continuar encerrados en un mundo de permanente y alocada acción-reacción.
El primero es el camino de la sabiduría, el segundo el de la ignorancia, y por ambos podemos transitar.
Quitar velos supone ir a la causa, al origen, para intentar entender la esencia de nuestra naturaleza.
Supone elegir el camino de la sabiduría.
Hay que elegir.
«La Inteligencia cósmica ha dotado al ser humano de centros sutiles que le permiten entrar en relación con las regiones espirituales. Estos centros son en el mundo del alma y del espíritu el equivalente de los órganos del plano físico, y al mismo tiempo que tomamos conciencia de su realidad, debemos adoptar una disciplina que nos permita desarrollarlos.
¿Por qué los Iniciados han dado unas reglas y aconsejado unas prácticas a las que llamamos moral? ¿Y por qué es mejor respetarlas? Porque, contrariamente a lo que dicen ciertos espíritus supuestamente «libres», no se trata de someter a los humanos a unas convenciones sociales arbitrarias, ni siquiera de complacer a un Dios que habita no se sabe dónde, más allá de las nubes… La verdadera razón, es que cada pensamiento, cada sentimiento, cada acto tienen repercusiones en lo más profundo de nuestro ser y, según su naturaleza, cada pensamiento, cada sentimiento, cada acto, impiden o favorecen el funcionamiento de nuestros centros espirituales.»
Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86). Pensamientos cotidianos. Editorial Prosveta. Imagen: Thich Nhat Hanh en Tailandia (2013). Foto de Velcrow Ripper