Hablamos en estas notas de subir con mayor frecuencia a las regiones de la consciencia superior.
Todos conocemos la consciencia ordinaria y en ocasiones hemos experimentado destellos de la superior.
Cuando proyectamos el pensamiento muy arriba, hasta el Origen, iniciamos el camino a esa consciencia.
Desde ese lugar nos cuesta reconocernos en nuestra consciencia inferior, percibimos con claridad las impurezas y la contaminación en la que vivimos.
Captamos también la oscuridad de nuestro pensamiento y vemos la tierra envuelta en esa oscuridad.
Pensamos que para cambiar tenemos mucho tiempo pero no es así, pues la vida es muy breve.
El ser humano está llamado a su consciencia superior pero por múltiples razones permanece todavía en la inferior.
El camino, que está marcado, nos invita a seguirlo.
Y en ese camino, el Guía nos espera, presto a acompañarnos, presto a protegernos.
En una enseñanza espiritual aprendéis a salir de los límites de vuestra conciencia ordinaria para proyectaros con el pensamiento muy arriba, hasta el Ser supremo que abraza a todas las criaturas y que las nutre con su existencia. Gracias a vuestros esfuerzos para acercaros a este Ser infinitamente luminoso y poderoso, ponéis en marcha unos movimientos en vuestro subconsciente, en vuestra conciencia, en vuestra superconciencia, y vivís entonces experiencias inexpresables.
Debéis realizar este ejercicio hasta lograr sentir que ya no existís como una entidad separada, sino que os fundís en este océano de luz que, sólo él, puede daros la sensación de lo que es el Creador. En esta fusión con la luz cósmica es donde encontraréis el conocimiento, la liberación y la alegría.
Omraam Mikhäel Aïvanhov (1900-86), “Pensamientos cotidianos”, Editorial Prosveta. Imagen: Shambale Daik, pintura de Nicholas Roerich (1931)