Hoy se nos invita a crear un estado interior limpio y equilibrado a través de la bendición.
Insistimos estos días en la necesidad de devolver sacralidad a la vida, bendiciéndola, observando sus manifestaciones con amor, dando las gracias.
Se nos anima a pensar en las personas bondadosamente y no con animosidad y queja, como con tanta frecuencia ocurre.
En el mundo se ha instalado fuertemente la cultura de la queja y del victimismo, que nos consume por dentro.
El pensamiento de hoy es una oda a la naturaleza, pero también una llamada a liberarnos de carga innecesaria.
Bendecir o maldecir, son las dos opciones que se nos dan a cada instante, muchas veces al día.
El que bendice se siente liviano, ligero, en paz con la vida y en cada inspiración la palabra gracias impregna cada una de sus células.
«Sólo podéis alimentar vuestra vida interior tomando conciencia de todas las existencias que os rodean. Por tanto, cuando vayáis a la naturaleza, pensad en dirigiros a los espíritus que viven allí así como a los Ángeles de los cuatro elementos. Decidles: «Benditos seáis, Ángeles de la tierra, del agua, del aire y del fuego. Oh vosotros, fieles servidores de Dios, sed bendecidos. Y vosotros, hijos de la naturaleza, espíritus que habitáis las grutas, los bosques, las montañas, los mares, los lagos, los ríos, los vientos, las nubes y el sol, también vosotros sed bendecidos.» Entonces, de todas partes, se acercarán multitud de entidades que se apresurarán a escucharos, diciéndose entre sí que por fin hay alguien que reconoce su existencia y que les bendice. Ellas se alegran, ellas bailan, cantan y vosotros recibís también a cambio algo que os vuelve más vivos y más fuertes.»
Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86) , Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: Camino de Santiago, llegando a Villalcazar de Sirga (Palencia), 23 de julio de 2014 (Trish Spoto)