Escuchamos con frecuencia hablar de un tiempo nuevo, de una nueva consciencia.

El ser humano, como colectivo y no individualmente, asiste a un despertar, lento pero firme.

Este despertar convive todavía con el paradigma del que venimos, cuya expresión es el egoísmo, la violencia, la escasez y la guerra.

Y por eso tanta confusión en la confluencia de lo que tiene que morir y lo que quiere nacer.

Los que despiertan aspiran a extender por la tierra ese sol de amor, sabiduría y verdad del que habló Aïvanhov.

No esperan a que el mundo cambie, sino que son ellos los que cambian para vivir otra vida.

Para ellos la noche ya no es oscura, y el propósito sustituye poco a poco a la ignorancia.

Los frutos de la ignorancia humana son bien conocidos.

Con gran humildad pero también con determinación, debemos encaminar nuestros pasos hacía la sabiduría, sabiendo que tropezaremos pero que en cada tropiezo una mano amiga vendrá a ayudarnos.

“Una noche larga y oscura se acaba… Un tiempo nuevo empieza para el mundo. El nuevo sol del amor, la sabiduría y la verdad brillará como nunca…”

Palabras de Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86) escuchadas por Jaime Rierola en el Bonfin Imagen: escolares en Pilkhana, India, 3 febrero 2012, foto de Urbano Rubio Lavedán