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Los seres humanos con frecuencia abandonamos la tierra con conflictos sin resolver.

Según la ley del karma estos conflictos deberán ser resueltos más adelante, en otra encarnación, muchas veces sin que seamos capaces de percibir la causa y el efecto.

El pensamiento de hoy nos invita a un trabajo sanador: el de intentar curar todas las heridas abiertas.

En ocasiones no será posible, pero siempre está la fuerza de nuestro pensamiento benévolo.

La benevolencia, la armonía, son características que emanan del alma.


El mundo nos invita al conflicto, pero en nuestro interior una fuerza poderosísima puede llevarnos por el camino de la armonía.

Dice Aïvanhov: “sabed que aquél que ama es dueño de la muerte”.

Hay mucho que extraer del pensamiento que hoy nos regala.

«Es importante que en el momento de abandonar la tierra, cada uno se sienta en armonía con todas las criaturas. Si hay algunas con las cuales está aún en conflicto, no debe dejar que esta situación dure, debe reconciliarse también con ellas. Si no, ello quedará inscrito en él como una deuda a pagar.

Diréis: «Pero hay personas a las que no podremos volver a ver jamás, y otras que no aceptarán nunca hacer las paces.» Sí, es verdad, pero mediante el pensamiento podéis buscar a estas personas y, en vuestro corazón y en vuestra alma, reconciliaros con ellas. Incluso si se acerca la muerte y no sois capaces de hacer nada, tenéis todavía la posibilidad de sentir sentimientos de amor y de benevolencia hacia toda la creación y seres que os rodean. Sabed que aquél que ama es dueño de la muerte.»

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86). Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: La Pedriza, 12 noviembre 2012, foto de Olga Melero