Hablamos con mucha frecuencia del maya, de la ilusión.
Hoy nos lo recuerda Aïvanhov en este pensamiento en el que nos llama a despertar.
En ocasiones puntuales despertamos pero si perdemos la vigilancia, el maya nos envuelve de nuevo, muy sutilmente.
La lucidez de vivir en la consciencia del yo incondicionado, del yo superior, del alma, equivale a la claridad del día limpio y transparente, de cielos azules.
Múltiples ocasiones tenemos para encontrar nuestro yo, pero en el exterior todo llama a lo mundano, cuya capacidad de contaminación y distracción es enorme.
No hay nada que pueda compararse a vivir en esa consciencia, en la que el hombre se olvida de si mismo y es uno con la humanidad.
Todos podemos transitar ese camino. El día que lo hagamos recibiremos la más hermosa respuesta.
Recordad que vuestra existencia en la tierra sólo es un largo sueño lleno de sueños. Un día, cuando despertéis diréis: «Dios mío, ¿cómo pude creer que todo esto era verdad?» Pero mientras estáis aquí, debéis trabajar para aprender a conocer la materia. Aunque, cuando volváis al otro mundo, debáis reconocer que la realidad no estaba ahí.
Sólo somos un sueño del Ser divino que está en nosotros; dormimos y debemos despertarnos. Pero ¿cómo despertarnos? Concentrándonos en nuestro Yo superior, identificándonos con él. Poco a poco la conciencia de nuestro yo limitado se unirá a la conciencia de nuestro Yo superior, y en esta unión es cuando se producirá el verdadero despertar.
Omraam Mikhäel Aïvanhov (1900-86). Pensamientos cotidianos. www.prosveta.es.. Imagen: Pintura de Nicholas Roerich: “Snegurochka”,1912