«Si lanzáis una pelota contra el suelo, rebota, y si la lanzáis contra una pared, vuelve hacia vosotros. Y supongamos ahora que, al pasearos por la montaña, os entretenéis lanzando una palabra, una llamada, ¿qué sucede? La montaña os la devuelve. El sonido, la palabra, chocan con un obstáculo que los repercute. Por tanto, si gritáis: «Os amo», el eco os lo devuelve diciendo: «Os amo, os amo, os amo,» Y si gritáis: «Os detesto», el eco os repetirá: «Os detesto, os detesto…» Estas son leyes físicas, y las leyes físicas son un reflejo de las leyes psíquicas, espirituales.
Debemos pues comprender, que las mismas leyes rigen también nuestra vida interior: sin cesar, con nuestros pensamientos, con nuestros sentimientos, con nuestros actos, emitimos ondas benéficas o maléficas. Estas ondas viajan por el espacio, hasta el momento en que se encuentran con la pared que las reenvía hacia nosotros, y entonces recibimos regalos o bastonazos. Sí, ¡el choque de rechazo!»
Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86), Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: amanecer en Foncebadón (León) 22 diciembre 2015 (El Trasgu de Foncebadón)