Terminamos la semana con esta llamada a la introspección.

Buscar cada día momentos para estar en meditación y en silencio: en la mañana, en el mediodía, en la tarde.

Recogerse en el altar interno, para conectar con el otro mundo.

Poco a poco, la práctica irá obrando en nosotros, y nos será más fácil contactar el alma.

Poco a poco, esa práctica quitará ruido de nuestras vidas y nos dará fuerza y certeza.

Hay medicinas que son muy simples y poderosas: comer menos, andar más, contactar regularmente el mundo divino…

No requieren dinero. Funcionan siempre. Rejuvenecen siempre.

Y siempre es buen momento para empezar.

Intentad armonizar mejor vuestra vida con vuestro ideal espiritual consagrando más tiempo a la plegaria y a la meditación. Pero sed pacientes: si después de una semana, diez días, no constatáis grandes cambios en vosotros, no os quejéis de haber perdido el tiempo, ya que esto será la prueba de que ignoráis las leyes del trabajo espiritual. Tened solamente la humildad de reconocer que todavía no habíais realmente comenzado este trabajo: habéis dejado a vuestra materia psíquica volverse tan opaca, que ésta opone ahora una gran resistencia, y para cambiarla, para que se vuelva sensible, se precisará mucho tiempo. Si ya os hubierais ejercitado en la meditación, vuestra materia sería ahora mucho más flexible, maleable y fácil de educar; esta preparación habría facilitado el trabajo del espíritu en vosotros.

El espíritu es el poder más grande que existe, solamente es necesario saber en qué condiciones. Entonces, ahora no perdáis un tiempo precioso con dudas y tergiversaciones: comenzad desde hoy mismo el trabajo espiritual.

Omraam Mikhäel Aïvanhov (1900-86),  “Pensamientos cotidianos”, Editorial Prosveta. Imagen: Conductores de rickshaw en Howrah, India, 5 febrero 2012, foto de Jaime Blanco