La ciencia mide el poder del pensamiento y su efecto benéfico o destructivo.

El pensamiento ya no nos concierne exclusivamente a cada uno de nosotros y al igual que el comportamiento, es una responsabilidad con la vida.

El pensamiento negativo contamina y enferma psíquica y físicamente a personas y sociedades enteras.

La vida son retos, muchos de ellos muy duros. Pero la vida nos da también muchas oportunidades para estar en comunión, para agradecer, para dar la mano.

Para buscar y encontrar los horizontes más amplios y hermosos.

El hábito de agradecer se convierte poco a poco en un gran escudo protector, en una corriente interna sanadora, renovadora.

Podemos sumaros a la corriente elevada de la vida siendo una fuente de luz desde nuestro pensamiento.

El pensamiento amoroso y compasivo es la gran medicina que los sabios ya han descubierto.

«La vida es difícil, es verdad; los humanos son a menudo malvados e ingratos, eso también es verdad. Pero aquél que se pasea por todas partes rumiando interiormente su malhumor y su rebeldía, da pruebas de un gran egoísmo, porque pone una carga más en la espalda de los demás, que también se encuentran con las mismas dificultades. Cree que si no dice nada y no hace daño a nadie, su malhumor sólo le concierne a él… Pues bien, ¡que se desengañe! Los humanos están todos conectados unos con otros y, cuando alguien agita continuamente en su cabeza y en su corazón todas las razones que tiene para estar descontento, lo quiera o no, todo esto se refleja en aquéllos a los que frecuenta como algo pesado, oscuro. Sólo aparentemente no les hace ningún daño. En realidad, con sus pensamientos y sus sentimientos, proyecta corrientes negativas que actúan sobre su familia, sus amigos, la gente con la que se encuentra, e incluso sobre los animales, las plantas y los objetos de su alrededor. No es por tanto más inocente que las personas contra las que considera legítimo que se indignen.»

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86). “Pensamientos cotidianos”, Editorial Prosveta.  Imagen: Trekking y ascensión al Shaskia (6.147 m), Tibet indio, verano 2013 (Viajes Sanga)