Hoy se nos habla de la búsqueda de la luz, la paz y la alegría, tres santas moradas.

Con frecuencia observamos comportamientos en los demás y en nosotros en los que esas tres moradas están ausentes.

La vida se complica y la complicamos y nos hacemos expertos en convertir lo sencillo en complejo.

La luz, la paz y la alegría requieren de un alimento adecuado, en las dosis adecuadas.

Nunca llegan de fuera, se generan dentro, y no hay atajos ni arreglos inmediatos.

El vociferío externo e interno no ayuda.

Imposible no enfermar si inhalamos pensamientos y sustancias tóxicas.

El pensamiento elevado y noble es la base para la acción correcta.

Fuerzas poderosas están a nuestro alcance.

«La dirección que tomáis, la idea por la que vivís y trabajáis, esto es lo que debe ser esencial para vosotros. Si trabajáis para una idea divina, ella es la que os conducirá hacia la luz, la paz y la alegría.

Pero ¿acaso se enseña a los humanos todas las ventajas que obtendrán si trabajan para una idea divina? No, se les enseña cómo ganar dinero, satisfacer sus ambiciones y su ansia de placeres. Entonces los años van pasando,… y un día descubren que aquello que vivieron no era la vida verdadera. Pero es un poco tarde para realizar este descubrimiento. ¡Cuánto tiempo perdido! Mientras que para aquel que avanza alimentando una idea divina en su cabeza y en su corazón, esta idea es como una luz que le muestra el objetivo a alcanzar al mismo tiempo que ilumina su camino. Y un día, a pesar de los obstáculos, siente que es acogido en su patria celestial.»

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86), Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta.  Imagen: Camino de Santiago, llegando a Hontanas (Burgos), 21 de julio de 2014 (Trish Spoto)