El capítulo sexto del Bhagavad Gita, el canto del Señor, está dedicado a la meditación.

El Gita nos sigue hablando hoy, cinco mil años después y con poética precisión, de la ciencia de la unión, del yoga.


Es la unión con el alma , a partir de la cual se proyecta la unión con el Uno.

El yogui “llega al gozo supremo que habita en su corazón cuando éste está en calma, en paz y carente de pasiones, limpio de pecado y en unión absoluta con Brahman, Dios”.

En esa unión, en el yoga, nos encontramos con todo y con todos. Ya no hay dualidad. El odio y la tristeza no caben.

La consciencia del yogui iluminado es una visión de total unidad en la que solo caben el amor y la paz.

”29. Él reconoce en su corazón que su esencia es común a la de todas las criaturas, y que la vida que mora en todas las criaturas habla también en su corazón. Ésta es la consciencia en la que vive el Yogui iluminado: una visión de total unidad.

30. Y cuando él Me ve en todo y ve todo en Mí, Yo ya nunca le abandono y él nunca Me abandona a Mí.

31. Aquél que en su amor universal, logra amarme en todo lo que ve, donde quiera que este hombre viva, este hombre vive en Mí constantemente, sea cual fuere la condición de su vida.

32. Quien, reconociendo la unidad universal del Ser, ve con imparcialidad la misma esencia en todos los seres, solidarizándose con ellos tanto en lo placentero como en lo doloroso; en verdad, éste es el más grande de los yoguis”.

Bhagavad Gita, capítulo 16, sutras 29 a 32, versión de Julio Pardilla, editada en Edicomunicación, 1999. Imagen: Thich Nhat Hanh