Hoy Aïvanhov nos habla de elevarnos hacia las regiones de la luz.

Algunos dirán: “es una bonita frase, pero el mundo es como es”.

Pero si somos objetivos, veremos que nos dejamos embaucar por lo falso y lo barato, que es lo que nos aleja de esas regiones.

Nuestro alimento mental y físico es muy contaminante.

Si, en las regiones de la luz recibimos un elemento sutil e imperceptible, percibimos y recibimos una energía distinta.

“Nuestra vida se volverá indescriptiblemente hermosa y rica”, se nos dice.

En verdad es así, y cuando conectamos con el alma una puerta se abre.

Más allá de la puerta aparece un horizonte desconocido, bellísimo, lleno de certeza.

Y cada día, ya desde el alba, podemos tener un encuentro en esas regiones que están tan lejos, pero también tan cerca.

La publicidad os propone objetos y productos de toda clase que deben, se supone, proporcionaros la salud, la belleza, el confort, el bienestar… ¡incluso la felicidad! Todo está ahí para seducir a los humanos y en especial para embaucarles. Porque incluso si un día pudieran poseer todo lo que se les propone, y mucho más aún, esto jamás les daría lo que verdaderamente necesitan.

¿Qué os dice una Enseñanza espiritual? «Aprended a elevaros mediante la oración y la meditación hasta las regiones de la luz: recibiréis allí un elemento sutil e imperceptible. Y este elemento sutil e imperceptible es el que os  lo dará todo,  porque os dará el placer de las cosas.» En el momento que recibáis este elemento, sentiréis que produce en vosotros una nueva vibración y vuestra vida se volverá indescriptiblemente hermosa y rica. Sin este elemento imponderable que sólo se obtiene mediante una disciplina espiritual, aunque acumuléis todo lo que es posible poseer, siempre estaréis insatisfechos y decepcionados.

Omraam Mikhäel Aïvanhov,  Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen:  “Book of life” (1939), pintura de Nicholas Roerich