Errar es humano y todos erramos.

Pero los humanos construimos grandes mentiras para no reconocer nuestros errores.

El mundo de la política es el gran ejemplo de una mentira tras otra.

En ese mundo nadie admite haberse equivocado y la consecuencia es la pérdida de la dignidad personal.


La consigna en ese caso es atacar al contrario, aunque el error sea público y notorio.  

Admitir un error es señal de fortaleza, de veracidad.

Esa admisión purifica y permite construir desde cimientos sólidos.

Permite, en verdad, vivir en dignidad.

«Admitir mis errores es una señal de mi fortaleza».

Pensamiento del 4 de abril de 2013: “Sabiduría para el día a día”, Brahma Kumaris.  Imagen: Foto de Maria José Más en Robledal de San Pedro, Navarra, 18 octubre 2013