Nos corresponde a nosotros abrir las puertas de nuestra mente a uno u otro pensamiento.

Los pensamientos elevados poco a poco van dejando una huella, y nos acercan a lo divino.

Los pensamientos oscuros también dejan su huella, en muchos casos física. Y esa oscuridad va adueñándose de nuestro semblante, de nuestros rasgos, de nuestro rostro.

El pensamiento fundamental es recordar nuestra filiación divina.  Es un pensamiento que ayuda en la conexión con el alma, con nuestro yo superior.

Desde ese pensamiento de filiación brotarán más fácilmente las “santas moradas”, los valores eternos.

Intentar ser dignos de esa filiación significa por encima de todo no traicionarnos a nosotros mismos.

Los humanos engañan, pero cuando engañan el primer engañado es el propio ser.

Los horizontes pueden ser vastos y luminosos o estrechos y ruines.

Nuestro camino se bifurca en dos: un sendero nos lleva a la liberación, otro a la esclavitud.

Nuestra alma nos llama quedamente y nos pide, sin hacer ruido, que transitemos por el primer sendero.

Jesús dijo: «Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto». Aunque la perfección divina es un ideal irrealizable en nosotros, los humanos, debemos trabajar en este pensamiento fundamental para construir nuestra vida. Es muy importante tener un pensamiento fundamental alrededor del que giren todos nuestros otros pensamientos; ésta es la estructura que sostiene todo el edificio.

Colocad pues en primer lugar el pensamiento de la perfección divina. Entonces, los pensamientos dispares que os arrastran en todos los sentidos y os debilitan encontrarán su dueño; estarán obligados a someterse y a participar en vuestro trabajo interior de regeneración. Cada pensamiento extraño que trate de penetrar en vosotros, será tomado y puesto al servicio del mundo divino porque vosotros mismos seréis quienes lo habréis decidido. Todos los animales que quieran pisotear las flores de vuestro jardín interior, deberán someterse a este pensamiento fundamental, y él sólo abrirá la puerta a las entidades luminosas del mundo invisible que vendrán a hacer un trabajo en vosotros.

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-1986). Pensamientos cotidianos. Ediciones Prosveta . Foto: niña en la guardería del dispensario de Pilkhana, Howrah, West Bengal, India, abril 2009