Hoy traemos un pensamiento muy liberador.

Lo hemos comentado muchas veces: adentro (los tesoros), arriba (el Tesoro), afuera (la vida plena).

Adentro: contactando con el alma que somos y de la que nos hemos olvidado al encarnar.


Arriba: fundiéndonos con el Alma Universal, con Brahma, con Dios, el Padre.

Afuera: viviendo cada pensamiento y cada acto desde la consciencia de la Unidad y de la Plenitud.

El día que hayamos construido ese triángulo nos miraremos los unos a los otros con otros ojos.

Los ojos de la compasión y del amor.

Las verdes praderas de las que habla la Biblia, las hermosas praderas de la imagen…

«Todo lo que existe en el universo está contenido en este principio que todos nosotros poseemos: nuestra alma superior. Esta alma superior que toca el Cielo es una emanación de Dios mismo. Al encarnarnos en la materia, perdimos el contacto con esta alma que, sin embargo, habita en nosotros. Pero si tratamos de conocerla, si nos identificamos con ella, nos acercamos a nuestro verdadero ser: nuestra conciencia se eleva, sus vibraciones se hacen más intensas y, un día, se funde en la conciencia del Alma universal: entonces solo somos uno con el Creador y con toda la creación.

Esta verdad de que poseemos en nosotros una quintaesencia de todo lo que existe en el universo, no debe quedarse en una idea abstracta. Debemos vivirla y, por tanto, buscar, explorar, profundizar, para restablecer en nuestra conciencia todos estos tesoros que hay enterrados en nosotros.”

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86). Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen, dehesa a las afueras de Madrid, 16 de marzo 2014 (Olga Melero)