Hoy se nos habla de pasar página para “concentrarnos en un trabajo gigantesco sobre nosotros mismos”.

Se trata de ir al encuentro de la luz en vez de la oscuridad.

En nuestras relaciones los humanos nos atascamos en regiones muy oscuras.


Con frecuencia prevalece el garrotazo, bien ilustrado por Goya.

Es tiempo de abandonar los garrotazos físicos y verbales.

Ante nosotros siempre dos opciones: la ignorancia y la sabiduría.

El horizonte es luminoso.

«¿Qué debe hacer aquél que ha sido perjudicado, humillado, pisoteado por sus enemigos? Si es sabio, renunciará a vengarse de ellos. Se dirá: «¿Creen haberme aniquilado? Pues bien, ¡van a ver lo que van a ver!» Y empieza un trabajo gigantesco sobre sí mismo, se conecta con las entidades luminosas del mundo invisible, se instruye, se ejercita, hasta el día en que, por fin, posee la verdadera luz, los verdaderos poderes. Y si en ese momento sus enemigos lo encuentran, ¡vaya sorpresa para ellos! Ante la luz de este ser que, en vez de vengarse, ha trabajado sobre sí mismo, algo de inexpresable pasa entonces por sus cabezas. ¡Puede incluso que se sientan muy pequeños y feos!

Así pues, he ahí la victoria, he ahí el triunfo para el sabio: sin combatir a sus enemigos, dejándoles incluso tranquilos, les ha vencido. ¿Acaso no es ésta la mejor solución?… Es preciso, desde luego, haber adquirido ya mucha luz, mucha paciencia y amor para decidirse a practicar este método, y sobre todo para aferrase a él sin vacilar. Pero no existe otro más eficaz.»

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86). Pensamientos cotidianos. Editorial Prosveta. Imagen: hombre en Etiopía, 20 de noviembre de 2014 (Lola Bastos)