El aprendizaje humano es en parte un proceso de desaprendizaje.

Se nos enseña desde niños a perder la inocencia para desarrollar la inteligencia.

Pero ante la escasez que hemos construido en el mundo, entendemos muchas veces la inteligencia como capacidad de imponerse al otro, de sobresalir, de sacar provecho de esto y de aquello.

Surge entonces la astucia, el interés y otros instrumentos para sacar provecho que llevan al egoísmo y luego a la trampa.


Aprendemos entonces a estar en el mundo a codazos, y nos olvidamos de la energía pura y sanadora de la inocencia.

Y el círculo crece y se cristaliza. Y así gobiernos amigos espían a gobiernos amigos. Es solo un ejemplo menor de este círculo cristalizado y profundamente enfermo.

Jesús habla con frecuencia de los corazones inocentes y limpios, de la inocencia que atrae la benevolencia.

«Un corazón inocente atrae la benevolencia».

Pensamiento del 9 de abril de 2013: “Sabiduría para el día a día”, Brahma Kumaris.  Imagen: Foto de Maria José Más en Robledal de San Pedro, Navarra, 18 octubre 2013