Hoy se nos propone traer consciencia a todo lo que pensamos y lo que hacemos.

Se nos invita a romper el ritmo de lo mecánico, que es el ritmo de la inconsciencia y también de la ignorancia.

Las comidas y el descanso son grandes campos en los que podemos ejercitar esa consciencia.

En cada comida consciente captamos cómo todas nuestras células resucitan, qué maravilloso milagro.

Por la noche, antes de dormir, podemos realmente anhelar ser durante unas horas alumnos de la escuela de amor y de sabiduría.

Es la escuela mas importante.

Al despertarnos, vemos el mundo con otros ojos.

Hay mucho que agradecer en silencio.

¡Para cuanta gente todavía dormir es considerado únicamente como una función fisiológica! Están cansados y se duermen. Exactamente como cuando comen porque tienen hambre, sin tomar conciencia de que el sueño, como la nutrición y todas las restantes funciones fisiológicas, pueden ser vividas a un nivel más elevado que el plano físico. Lo verificaréis si, en el momento de dormiros, os habituáis a prepararos diciendo: «Señor, durante mi sueño, deseo instruirme. Acéptame en tu escuela de amor, de sabiduría y de verdad, afín de que pueda aprender a dar un sentido cada vez más rico a mi existencia.»

Al día siguiente, al despertar, abrid los ojos conscientemente y durante algunos minutos, empezad por analizar vuestro estado interior, los pensamientos y los sentimientos que os vienen. Descubriréis que habéis recibido una solución a un problema, claridad sobre una cuestión que os preocupa. No os levantéis sin haber hecho este examen. 

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86). “Pensamientos cotidianos”, Editorial Prosveta.  Imagen: Camino de Santiago, entre Zubiri y Pamplona, 16 julio 2012