«Cualquiera puede, evidentemente, decir que es un artista. Pero el verdadero artista es aquel que es capaz de entrar interiormente en relación con el mundo divino y de mantener esta conexión. Tanto si es pintor, como si es escultor, arquitecto, bailarín, músico o poeta, sólo esta conexión con el mundo divino introducirá en su obra el elemento de eternidad que da el verdadero valor a una obra de arte.
Antes de empezar su trabajo, el verdadero creador siente la necesidad de recogerse para poder recibir de arriba la luz que iluminará su visión, su imaginación. Los esfuerzos que hace para ir siempre más lejos, más arriba, le dan la revelación de la verdadera belleza, así como la posibilidad de expresarla y de transmitirla. Si el artista puede realizar obras maestras cuando está verdaderamente inspirado, es porque todo su ser está impregnado con la luz espiritual que ha recibido. Únicamente el espíritu en él es capaz de producir creaciones inmortales.»
Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86), Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: atardecer en en Madrid, 24 septiembre 2015