Hoy se nos habla de la paz interior que ocasionalmente nos visita pero que sin darnos cuenta se escurre y desaparece.

Se nos dice que cuando los pensamientos son puros y desinteresados esa paz vuelve para instalarse y enraizarse en nosotros.


Es una llamada muy clara: “la generosidad, la abnegación, la misericordia, el perdón, no busquéis otra cosa”.

Pero pasamos la vida buscando otras muchas cosas, que quizás encontremos, pero no la paz.

Cuando la paz llega, es ese estado de ambrosía y de comunión donde cada pensamiento y acto es oración, diálogo con el Divino.

La paz está en todo lugar (incluso en medio de la tormenta) si conseguimos crearla en nuestro interior.

La suma de tu paz, de la mía, de la de aquel…, para crear la nueva tierra.

“La paz, la verdadera paz, es un estado duradero. Una vez que habéis logrado instalarla en vosotros, ya no podéis perderla. Esta paz es una sensación divina, inexpresable, y cuando habéis llegado a saborearla, os sigue por todas partes: la sentisteis ayer, y hoy está ahí todavía, toda la jornada…. Y mañana, en cuanto os despertáis, de nuevo os espera. Os asombráis al constatar que ya ni siquiera tenéis que esforzaros por recuperarla.

Debéis tener esto bien claro: no podréis conocer la paz hasta que hayáis introducido la pureza en todo vuestro ser, gracias a los pensamientos y los sentimientos desinteresados: la generosidad, la abnegación, la misericordia, el perdón, no busquéis otra cosa. Únicamente estos pensamientos y estos sentimientos, porque son puros, os aportarán la paz.

Así pues, conservad siempre en vosotros este ideal de trabajar para el bien, de ayudar a los demás, de amarles, de perdonarles, hasta que se vuelva muy poderoso e impregne todas vuestras células que empezarán a vibrar al unísono con él. Entonces, la paz ya no os abandonará, y aunque ciertos acontecimientos exteriores puedan turbaros, al mirar dentro de vosotros mismos descubriréis que, a pesar de todo, la paz sigue ahí. Y ya no será, como antes, un apaciguamiento, una tranquilidad fabricada, impuesta, de duración limitada al tiempo de vuestros esfuerzos, sino un estado que formará parte de vosotros”

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86). Imagen:  Parque Natural del Montseny, Barcelona, 21 enero 2015 (Xènia Pallarès)