Nuestros pensamientos pueden remontarnos o encadenarnos.
La energía sigue al pensamiento, se nos dice. El pensamiento, la palabra, la acción, tres áreas de actuación sucesivas, que empiezan con la primera.
Pensar en lo alto, pensar en lo bueno, pensar en lo sagrado: equivale poco a poco a divinizar la vida.
Y cuando lo divino surge el sol está en todas partes.
Debemos proteger a nuestro pensamiento de lo que contamina, cerrar las ventanas a lo falso y a lo oscuro.
Debemos alimentarlo con la verdad y con la pureza.
Y así empezaremos a recuperar nuestro destino divino.
Foto: familiares de una de las niñas de Anand Bhavan en Howrah, Bengala Occidental, India, en la fiesta de fin de curso, 26 abril 2010