Enlazamos con el pensamiento de ayer en el sentido de la fuerza del mundo interior.

El mundo, se nos dice, es el de la armonía y de la luz.

En ese mundo hay comunión, ambrosía. Hay también refugio.


Nos instan a preservar nuestro mundo interior, a frecuentarlo, a hacer dentro un espacio para los encuentros más hermosos.

A sacralizarlo.

No es escapismo: al contrario, nuestra vida en la tierra adquirirá renovado compromiso.

Seremos instrumentos para el servicio, instrumentos para el Plan, que es traer y vivir el Reino de Dios aquí y ahora.

El refugio interior despierta nuestra consciencia a otra realidad.

Afortunados, bienaventurados los que lo frecuentan.

«La medicina continuará progresando y los laboratorios seguirán fabricando nuevos medicamentos. Pero continuará habiendo virus y microbios, el aire seguirá aún contaminado, los alimentos seguirán estando más o menos manipulados, y sobre todo terribles tensiones psíquicas seguirán haciéndose sentir en el mundo. Así pues, tomad precauciones para no sucumbir.

Cualesquiera que fueren los acontecimientos, procurad preservar vuestro mundo interior. Acostumbraos a echar un vistazo dentro de vosotros mismos, varias veces al día, para aseguraros de que nada amenaza vuestro equilibrio, vuestra estabilidad. Aunque sólo podáis consagrar a ello uno o dos minutos cada vez, es suficiente, hacedlo. Y en cuanto sintáis un trastorno, una indisposición, intervenid. Retiraos un momento a un lugar donde nadie pueda veros u oíros, cerrad los ojos, concentraos en una imagen que le hable a vuestra alma, pronunciad una fórmula que sepáis que va a ayudaros a volver a tomar posesión de vosotros mismos. Si os encontráis en la calle, podéis deteneros delante del escaparate de una tienda, como si observarais los objetos que se exponen. Y ahí también, cerrad los ojos unos segundos tratando de aislaros con el pensamiento, y conectaos con el mundo de la armonía y de la luz. Después, proseguid vuestro camino… De esta manera aprendéis, poco a poco, a neutralizar todas las corrientes negativas.»

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86). “Pensamientos cotidianos”, Editorial Prosveta. Imagen: Imagen: Óleo de Dora Gil, “Serenidad”,  http://www.doragil.com/