El pensamiento de hoy se refiere a la educación de los niños.

Podemos educar en la unidad esencial de la humanidad.

Hasta ahora hemos educado sobre la base de la división: “nuestra cultura es superior, somos la nación más grande, somos el faro que ilumina el mundo”.

Pero cometemos las mismas atrocidades que decimos combatir.

El mundo sólo se iluminará desde la consciencia de la unidad e interdependencia de todo y de todos, desde el  mayor respeto al otro.

El instrumento para esa iluminación es la práctica de la buena voluntad.

Hay mucho camino por recorrer, y lo importante ahora es ponerse en camino.

“Caminante, se mi amigo”.

La seguridad futura de la humanidad depende de dos cosas:

1. De la constante y metódica educación de los pueblos en las correctas relaciones humanas y en la práctica del espíritu de buena voluntad. Esto traerá la total transformación de los actuales regímenes políticos, los cuales son en su mayor parte esencialmente nacionalistas y egoístas en su planificación y propósitos. La verdadera democracia, sólo un sueño actualmente, estará fundada en la enseñanza de la buena voluntad.

2. De la educación de los niños en el futuro, a fin de inculcarles el principio de la unidad humana y enseñarles que los recursos del mundo deben ser empleados para bien de todos. 

Los problemas de la humanidad, p. 67, Alice A. Bailey, 1947, Lucis Publishing Company, Nueva York. Foto: una pausa en las montañas de Bhutan, 3 mayo 2010