Aïvanhov nos habla hoy de la diabólica dinámica de la humanidad: 4.000 millones de dólares diarios de gasto en armamento.
En las altas esferas nadie lo cuestiona, es parte del “estado natural de las cosas”.
Hay que cuestionarlo, hay que denunciar esta sangría. Todo este gasto debe ir a saneamiento en el tercer mundo. Hay alternativas.
Nuestra vida puede ser ejemplo de paz y de coherencia, y debemos ser valientes para elevar nuestra voz allá donde pueda oirse.
Y desde esa coherencia, digamos un no sonoro a los mercaderes de la muerte y a nuestros gobiernos que permiten que esta situación se perpetúe.
La humanidad merece una oportunidad.
Cada país encuentra normal defender sus intereses económicos, y se felicita si lo consigue… Hasta el día en que se encuentra confrontado con problemas que no tuvo la sabiduría de prevenir.
Un ejemplo: para un país que fabrica armas, no hay nada más ventajoso que exportarlas. Y es así como logra vender material cada vez más mortífero a unos pueblos que, con sus luchas continuas, amenazan con poner en peligro la paz y la seguridad de todo el planeta. Algunos de estos pueblos apenas saben leer y escribir, pero no importa, se les entregan las armas más perfeccionadas y se les envían instructores para mostrarles cómo utilizarlas. Por una parte, ganan mucho dinero, es cierto. Pero después, ¡cuántos gastos, cuantas dificultades para detener estos conflictos que estallan en todos los rincones del mundo! Y al final se encuentran en situaciones inextricables, porque sólo consideraron las ventajas inmediatas que proporcionaba la venta de armas.
Omraam Mikhäel Aïvanhov (!900-86). Pensamientos cotidianos. www.prosveta.es. Foto: muchacho durmiendo en la calle, Calcuta, India, 21 marzo 2010