Las palabras de Aïvanhov de hoy son aplicables a toda relación humana.

En el interior las relaciones y las presencias están vivas, con frecuencia con tanta o mayor fuerza que en el exterior.

En nuestro templo interior existe un universo paralelo en lo que todo lo que es puro y sagrado es aún más puro y sagrado. De ahí que podamos contactar con el Divino, pero también con nuestros semejantes, que a veces (hermosos momentos de lucidez éstos) reconocemos como hermanos.

Frecuentar ese templo fortalece las relaciones externas y cada vez más las devuelve a su dimensión sagrada, como cuando ayer nos decía Ángel Olarán: “En todo encuentro verdadero hay algo trascendental”.

Saludar a lo más sagrado en cada uno, según la hermosa tradición del Namasté oriental. Desde el pensamiento, desde el alma.

También es posible.

Los hombres y mujeres que se aman sienten la necesidad de encontrarse, de acercarse, de vivir juntos, y es natural. Pero si falta una verdadera dimensión interior a su relación, se puede ya vaticinar el final de su amor.

Analizaos: cuando os sentís habitados por la presencia sutil de un ser querido, constatáis que no tenéis necesariamente necesidad de su presencia física para sentiros con él. Si sentís fuertemente la necesidad de una presencia física, es porque estáis saliendo de vuestro mundo interior, y ahí corréis el riesgo de encontraros con grandes sufrimientos. Porque, ¿quién dice que las circunstancias no os privarán un día u otro de este ser a quien amáis?… Cuando estáis habitados por una presencia interior, las circunstancias externas tienen menos importancia para vosotros. Éste es un criterio: si, pensando en aquellos que amáis, sentís tanta alegría como cuando les veis, sois libres, y esta alegría no os abandonará.

Omraam Mikhäel Aïvanhov (1900-86). Pensamientos cotidianos. www.prosveta.es.. Imagen: Pintura de Nicholas Roerich: “Drops of life”1924