El pensamiento de hoy nos convoca a ser lo que realmente somos: el Yo superior.
En ese punto de consciencia nuestro ser se funde en el Alma universal, en unidad con toda la creación.
Durante siglos y siglos y durante vidas y vidas hemos olvidado y negado esa filiación.
La llamada al segundo nacimiento es a despertar a este potencial, pues estamos construidos a imagen y semejanza.
Las reglas para aspirar a ese contacto y a esa unión ya están escritas una y mil veces.
Cada vez que alimentamos el ego (la personalidad) con deseos nos alejamos de ese contacto.
Cuando la alegría y e contento surgen del interior, nos acercamos de nuevo a la unión.
En esa unión está la magia de vivir, la plenitud. Aquí en la tierra.
«Todo lo que existe en el universo está contenido en este principio que todos nosotros poseemos: el Alma superior. Esta Alma superior, que toca el Cielo, que habita en el Cielo, es una emanación de Dios mismo. Al encarnarnos en la materia, hemos perdido la conciencia de la existencia de esta Alma en nosotros, pero si tratamos de conocerla, si nos identificamos con ella, nos acercamos a nuestro verdadero ser: nuestra conciencia se eleva, sus vibraciones se vuelven más intensas y, un día, se funde en la conciencia del Alma universal, somos uno con Dios y con toda la creación.
Esta verdad, la de que poseemos en nosotros una quintaesencia de todo lo que existe en el universo, no debe quedarse en una idea abstracta, debemos vivirla, y debemos, por tanto, buscarla, profundizarla… Debemos ir a explorar este saber, estos tesoros contenidos en nosotros, y traerlos a nuestra conciencia.»
Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86). Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: representación de Navidad 2013 en Gyan Sarovar, Universidad Espiritual Brahma Kumaris, Mount Abu, Rajhastan, India