Múltiples maravillas se nos revelan.
La humanidad empieza a descubrir el poder del pensamiento.
El pensamiento crea, y con nuestro pensamiento construimos mundos.
Podemos llenar nuestro pensamiento de luz, de armonía. Probémoslo siquiera un día. Hoy jueves.
Y mandemos esa luz y esa energía alrededor, y también a los confines más alejados de la tierra.
Mandamos camiones llenos de buenos pensamientos por los hermosos caminos de la tierra. Son silenciosos y no contaminan, y allá donde llegan hacen bien.
Los aviones despegan de los aeropuertos, y a ellos mandamos buenos pensamientos para que viajen a otros continentes.
Cada vez que nos venga un pensamiento destructivo, sustituyámoslo por uno elevado: mandando un buen pensamiento a alguien. Tenemos casi 7.000 millones de seres entre los que elegir.
Nos dirán: “también tenemos que resolver los asuntos de los hombres, no podemos estar siempre en las nubes”.
Diremos: “si, pero desde un pensamiento elevado, los asuntos de los hombres se resuelven casi solos”.
Múltiples maravillas ya nos revelaron. Es ahora tiempo de trabajar.
Con el pensamiento, tenemos la posibilidad de tomar del universo todos los elementos que necesitamos, así como llegar hasta todos los seres que queremos alcanzar. En efecto, es el pensamiento quien, por ley de afinidad, se encarga de ir a buscar estos elementos o estos seres. Incluso aunque aquél en quien pensáis se halle en el fin del mundo, entre los seis mil millones de individuos que están en la tierra, vuestro pensamiento irá exactamente hacia él y no hacia otro; es como si estuviera imantado con el fin de poder alcanzar exactamente a esta persona. Así pues, a partir de ahora, cuando queráis obtener un elemento del universo o llegar hasta un ser, pensad en este elemento o en este ser sin preocuparos del lugar donde se encuentra. A condición de que sea intenso, vuestro pensamiento irá directo a su objetivo.
Omraam Mikhäel Aïvanhov (1900-86). Pensamientos cotidianos, editorial Prosveta. Foto: remero en el Ganjes, abril 2010